POR HÉCTOR TARDITTI
Tal como nos invita el título de la Jornada, intentaré tomar al cuerpo como escenario de nuevas satisfacciones; en esta línea, más específicamente, como pensar el placer y el principio del placer en los síntomas hoy. No intento confeccionar un catálogo de nuevos placeres, aún cuando la fenomenología nos podría invitar a ello. Lo que sí intentaré es ver qué lugar ocupan hoy las experiencias placenteras en el «aparato psíquico», sus búsquedas casi sin límites y qué hacemos en la clínica con ellas. Estamos en la época del exceso; es el rasgo, la norma de este tiempo, donde se busca saturar lo que no puede ser saturado. En los síntomas contemporáneos el cuerpo goza de sí mismo, no de aquello de lo que le falta.
Desde Freud y Lacan el cuerpo no es un punto de partida. El cuerpo no es causa de sí mismo sino que es causa del Otro, tal como nos lo muestran en gran medida sus enseñanzas. Lo que si es punto de partida es el organismo, el viviente. Ya Freud desde el Proyecto…nos mostraba que el aparato se pone en marcha a partir del principio del placer, más específicamente a partir del displacer, que necesita de una descarga tendiente a lograr una atenuación u homeostasis. Para ello es necesario de un otro que intervenga cancelando el displacer. Pero esta operación se produce a partir del Otro, entendido como cuerpo del lenguaje, quedando así la base orgánica suspendida del Otro. Al intervenir el cuerpo de lo simbólico, queda afuera el displacer, quedando marcas, huellas. Desde esas huellas y la imposibilidad de encontrar el objeto que intervino en la satisfacción, deja una falta irreductible. Hay una pérdida del referente de goce de aquella satisfacción mítica anterior a la incorporación de lo simbólico.
Dicho esto, se pueden ubicar diversos desarrollos de Lacan acerca de cómo va pensando las cuestiones del cuerpo y las satisfacciones; cuerpos mortificados por el significante, lógica de los discursos, plus de gozar, etc., hasta llegar a la incidencia del significante sobre el cuerpo, cuerpo vivificado por el significante, llamando a esta instancia sinthome. Es el punto de la elaboración del concepto-mito de Freud, esto es, la pulsión, a un concepto operatorio que alude a la satisfacción y que llama sinthome.
Así como inicié el recorrido acerca del placer desde Freud en el Proyecto..., podemos localizar a Lacan casi al final de su recorrido, en el Seminario 24 cuando nos dice que … «El hombre se inclina hacia su placer, lo que tiene un sentido muy neto. Lo que el psicoanálisis llama placer, es padecer, sufrir lo menos posible».
Por su parte E .Laurent nos dice..»En la toxicomanía lo que se busca no es como dicen algunos, «un placer», en esto lo que se busca es la verificación del vacío que rodea al goce en el ser humano”. El verdadero objeto de goce sería la muerte en términos de Freud.
- A. Miller nos dice en Sutilezas…que hay un primer estatuto del goce. Dice: «El placer traduce un estado de homeostasis que se rompe por un elemento (a), que sobrepasa los límites del bien estar y que realiza la confluencia del goce y del sufrimiento, de lo sublime y de lo horrible. Es lo que Lacan puso de relieve en su Seminario 11 y que extrae en su Seminario 17 bajo el nombre de plus de gozar.”
Y continúa diciendo, «pero hay un segundo estatuto del goce que comienza en el Seminario 20 y que está presente en la última y muy última enseñanza, es el goce-satisfacción que no es de ninguna manera primero….es el restablecimiento de una homeostasis superior; es que hay un funcionamiento que incluye el exceso, que lo vuelve rutina, y es eso lo que Lacan llamó el sinthome.»
Se puede ver aquí un abordaje de un modo de satisfacción, vía placer, que no se rompe, pero que aparece reorientado, bajo un modo de funcionamiento en una rutina homeostática. Es una indicación clínica muy importante en tiempos de las adicciones generalizadas, que no va para el lado del rechazo, de la represión sino de hacer entrar ciertos goces en una nueva regulación, haciendo posible entrar en control situaciones en donde los cuerpos se confrontan con experiencias del orden del «fuera de control».
Desde esta perspectiva clínica, se me ocurre proponer una analogía con cuestiones geopolíticas, a la luz del capitalismo actual visto desde USA. Ellos dicen, refiriéndose a la actualidad de China, a la que ven funcionando con la lógica de Mao Tse Tung, del cual citan…»Lo esencial es descubrir el sentido de los acontecimientos…su energía potencial» sobre la presunción de que «el mundo nunca puede ser dominado y sólo se puede armonizar con sus tendencias centrales.» Sin mucho esfuerzo podemos ver aquí la analogía con nuestra posición clínica acerca de captar el sentido del modo de gozar fundamental de cada sujeto; más la propuesta «sinthomática» de hasta donde se puede llegar.
Dicho en otros términos, ni Lacan ni Mao podrían haberse formulado un «vamos por todo».
En tiempos en que la regulación simbólica era eficaz, la noción de placer tenía muy pobre prestigio. En tiempos de desorden diverso, de feminización del mundo, creo que conviene pensar que lugar le damos a la noción de placer, justamente en la perspectiva del sinthome.
Hace algunos años, esta perspectiva nos hizo lanzarnos en la búsqueda de aquellos «efectos terapéuticos rápidos». Hoy no es esa perspectiva que planteo, pero tampoco el pensar el sinthome sólo para los finales de análisis. Estamos en tiempos de excesos; en términos operativos tal vez no podamos ofrecer «sinthome para todos», pero no podemos dejar de hacernos ese planteo. La eficacia del psicoanálisis está en juego y en esto, los analistas para el siglo XXI.
Lacan en su Conferencia de Ginebra nos decía que el hombre está capturado por la imagen de su cuerpo. A su vez, en La Tercera, nos dice «¿De qué tenemos miedo?. De nuestro cuerpo.» Pero en la época en que lo simbólico y los lazos sostienen menos, se le pide más respuesta al cuerpo para enfrentar lo real, para calmar la angustia. Se le pide respuesta placentera.
Para concluir propongo que examinemos, a la luz de lo expuesto, algunas observaciones que extraemos de lo que llamamos «clínica de la civilización», cuando advertimos que nos movemos entre planteos de liberalización, despenalización, permisividad, por un lado; y por otro el contundente horizonte de lo que se ha llamado «tolerancia cero», que no es otra cosa que intolerancia y que hoy está entre nosotros y que es el puro empuje superyoico al racismo, o sea, intolerancia al goce del otro.
Nuestro «sinthome» aloja el exceso, no plantea la «voluntad de cero», como dice Laurent, como llamado al infinito.
* Héctor Tarditti (Miembro EOL Rosario y AMP) Presentado en las XVI Jornadas Anuales Sección Rosario: Nuevos cuerpos. Nuevas satisfacciones. Respuestas del psicoanálisis el 4 de Octubre de 2014, en la ciudad de Rosario