Silvana Facciuto – Buenas noches, gracias a todos por haber llegado, por haber sorteado todos los obstáculos para llegar hasta acá. Es un gran gusto para mí estar acá, en esta mesa, con Fernando y con María. Esta es la primera clase de lo que en otros años llamamos “Enseñanzas lacanianas”, que es lo que antes era el curso de la EOL Sección Rosario. Aprovecho para agradecerte a vos, María, por haber aceptado cuando te invitamos con el directorio para que seas la responsable. Y agradecerte también por el formato, que consiste en que este año se van a dictar un par de clases, para continuar el año que viene con el cursado. Quiero agradecer a Fernando también, por haber aceptado la invitación, y haber venido desde Buenos Aires. Desde ya, te agradezco lo que vas a decir, que seguramente va a ser interesante y enriquecedor. Agradezco, por último, a mis compañeros del directorio.

Le doy la palabra a María, bienvenidos y gracias.

María Marciani – Buenas noches. Quiero agradecer a Fernando por haber venido, y al directorio que me invitó y que se sumó a una propuesta distinta en el formato para este espacio de trabajo. La idea no tiene que ver solamente con la forma, sino con el interés que siempre he tenido de tratar de armar, diseñar espacios en la Escuela que posibiliten la elaboración colectiva de saber. Es un tema que siempre me interesó. Es en referencia a este tema que los invito a leer el discurso de despedida de Fernando, cuando cumplió su trabajo como director de la EOL (1), y su artículo en 4 más Uno (2),  dónde retoma esa misma veta de trabajo. Es allí donde introduce en su discurso un punto que quiero destacar. Se trata de la importancia de la estructura de las instituciones que intentan alojar la doctrina analítica, ya que no pueden tener una forma rígida, porque, por un lado, no va con la doctrina del Psicoanálisis, y, por otro, no permiten la elaboración de saber. En ese punto, Fernando es muy claro cuando toma algunas cuestiones de Lacan en situación del Psicoanálisis (3), refiriéndose a que «la cuestión de las vías particulares que la transmisión de su doctrina exigía de la institución que debía asegurarla». Esto mismo lo retoma Miller en Política Lacaniana, cuando dice que “los unos solos, lo único que hacen es elaborar algo de un saber supuesto”. Esto no permite el armado de  ningún tipo de colectivo, y, además, es disperso.Es por esto que me interesó armar un formato, un diseño, que permita otro tipo de elaboración, más afín con el discurso analítico.

Para eso, nos proponemos dos tiempos de trabajo. Este primer tiempo, que abre Fernando con su Conferencia, va a plantear algunas líneas de investigación que retomaré en dos reuniones posteriores. En un segundo tiempo contaremos con la presentación clínica de Cecilia Rubinetti, otra invitada de este año, que nos permitirá leer, a partir de un caso, el hilo transferencial que posibilitó el trabajo del análisis. Es a partir  de esta conferencia y de las clases siguientes que los invitamos a formar Carteles en torno a esta temática, para que el año que viene sea un curso más participativo, en el que las enseñanzas pasen también por los cartelizantes. Ustedes saben que los cartelizantes no tienen que ser miembros de la Escuela. Por supuesto que los Más uno, de cada cartel también puedan participar del curso, sea con puntuaciones teóricas o con presentaciones de casos clínicos.

Tres razones, entonces, para invitar a Fernando al curso y que se van a ir despejando cuando se los vaya presentando. Fernando Vitale es Psicoanalista Miembro de la Escuela. Ha transitado por la experiencia del Pase. Eso es importante, porque el nudo que hace a los dispositivos de la Escuela son el Pase y el Cartel. El Cartel como elaboración colectiva, y el Pase como horizonte de la Escuela sobre la teorización acerca del final de un análisis.  Fernando ha sido nominado por el Cartel del Pase en el período del 2017 al 2020. También ha sido Director de la Escuela de Orientación Lacaniana. Es docente del ICDEBA, y del Instituto  Oscar Masotta, al tiempo que forma parte, desde hace mucho tiempo, de un grupo de Investigación Clínica, grupo que ha dictado varios seminarios en la Escuela. Tenemos la suerte de que varios de estos seminarios están publicados. ¨Entre neurosis y Psicosis¨, ¨Histeria sin nombre del padre¨, “El sinthome y la imagen corporal”, este último publicado. También La significación vacía en la interpretación  y la transferencia, y hay uno por salir, del que damos ya la novedad de que estará a mediados de septiembre: “(…)Es decir delirante”. Ahora entenderán por qué esta invitación a Fernando ya que además de transitar la experiencia de pase, ha sido director de la Escuela y además sostiene un espacio de elaboración  de saber del cual podemos extraer consecuencias. Tres razones, como dije antes: clínica, epistémica y política. Gracias a todos por acompañarnos. Fernando, te paso la palabra.

Fernando Vitale – En primer lugar, muchas gracias por la invitación. Para arrancar, y retomando lo que decía recién María, elegí algo que a mí me interesa especialmente, que son algunas de las introducciones que hace Lacan en las diferentes clases de sus Seminarios, tal como están establecidos por Miller. Antes del punto uno, siempre hay una introducción. Todas tienen su valor particular, pero hoy elegí una para transmitirles, que, por supuesto, es también transmitirme a mí mismo.

Es una introducción que está en el Seminario 3, en el capítulo 6, que se llama “El fenómeno psicótico y su mecanismo” (4). Allí Lacan dice lo siguiente: “Siempre es bueno impedir que se estreche nuestro horizonte, y por eso, quiero recordarles hoy cuál es la propuesta fundamental de estos Seminarios. Conviene tomar en serio nuestra experiencia. No basta con que les hayan dado cierto número de claves para que las utilicen para dejar de pensar y dejar las cosas como están. Existen ciertas formas de utilizar categorías que consisten en no sacar ninguna de las consecuencias auténticas que traen y es en considerar que es un asunto que concierne a los demás. Pero que no afecta el fondo de las relaciones de uno con el mundo”. Nada más, ni nada menos. Y termina diciendo lo siguiente: “Para ser psicoanalistas no están forzados a ello de ninguna manera. A menos, que se sacudan un poco”. Así que la propuesta es retomar el texto para “sacudirnos un poco” respecto del entendimiento de ciertas nociones lacanianas.

El título que le puse a esta conferencia –es un programa de trabajo del que podemos hablar mucho– “De la transferencia sin el Nombre del Padre a la transferencia sin el Otro”, lo extraje de un texto de Éric Laurent que se llama Disrupción del goce en las locuras bajo transferencia (5) que fue la conferencia inaugural del 11° Congreso de la AMP que se hizo en Barcelona en el 2018, y que está dividido en una introducción, y varios puntos sucesivos. Uno de ellos, se llama así “De la transferencia sin el Nombre del Padre a la transferencia sin el Otro”. Este texto es en sí mismo un programa de trabajo, como suelen ser muchas veces los textos que escribe Éric Laurent. Y, en realidad, está puesto en continuidad con el programa de investigación que Miller introduce con la invención de lo que llamó bajo el título de “Psicosis Ordinarias”. Ustedes saben, fue un libro publicado luego de otro que se llamó Los inclasificables (6). Miller introduce  este tema después de lo que primero se llamaba “efectos de sorpresa en las psicosis”, segundo “casos raros: los inclasificables de la clínica” y en tercer lugar “las psicosis ordinarias” (7). Entonces, la secuencia que abre ahí Miller, es: primero fue sorpresa, después casos raros, y por último lo que se había abordado como sorpresa y casos raros, termina siendo abordado desde el ángulo de lo frecuente, que es efectivamente cómo se presenta hoy en la consulta para nosotros.

El término, la categoría de la psicosis ordinaria, tal como Miller mismo lo plantea –en eso recomiendo volver al texto que llama Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria (8) es que en realidad es una creación extraída de lo que llamamos la última enseñanza de Lacan, que no es una categoría de Lacan, pero para Miller es lacaniana, y que no tiene una definición rígida, justamente para hacer obstáculo a que entre en el discurso universitario. Lo dice así en ese texto. En ese discurso, deben decir las cosas de una cierta manera, y en un cierto estilo. Entonces, uno se conforma con eso. El único inconveniente es que haciendo las cosas así, uno entra inmediatamente en lo que llama “una ciudad de fantasmas”. Es una categoría, como dijimos, extraída de la última enseñanza de Lacan. Del mismo modo que Éric Laurent plantea elegir ese título para –dice– “interrogar, ante ustedes, el uso que podemos hacer de la transferencia de acuerdo con las indicaciones que da Lacan en lo que Miller llamó su última enseñanza”.

Quiero detenerme en este punto y decir algo sobre lo que se nombra como la última enseñanza, ya que la última enseñanza de Lacan, parece haberse convertido hoy en la razón de muchas de las dificultades con la que nos enfrentamos en los debates de nuestra comunidad de trabajo. Se plantea bajo esa modalidad. En «Preliminar” del libro Cómo terminan los análisis, (9) Miller se refiere a este tema, diciendo que él había previsto ese efecto, y por eso había demorado mucho en abordar la última enseñanza en su curso, porque pensaba que podía tener lo que llama allí “efectos desestructurantes”. Y, lo cito: “Lacan, en los últimos años de su vida, tomó distancia de toda su enseñanza anterior. En la Escuela, se imaginó que eso significaba que reducía a nada todo lo que había enseñado anteriormente. Pero, para Lacan, no se trataba de descartar, como para Santo Tomás, la obra de una vida, como lo han pensado algunos. Sino de comprometer a sus alumnos a no descansar en el saber adquirido, a desprenderse de todo dogmatismo, a repensar de nuevo la cosa freudiana, hasta reinventar el Psicoanálisis. La última enseñanza está destinada a reanimar en los analistas, en su práctica, la pasión de la ignorancia, es decir, del deseo de saber, un saber nuevo a elaborar”. (10)

La cuestión es cómo entender ese “tomar distancia de lo anterior”. Si uno lee esta frase, como a veces se supone, como un equivalente de la frase de Santo Tomás, es un problema. Es Lacan mismo quien explicita esa distancia, cuando inicia su Seminario 21, diciendo recomienzo, un recomienzo de su enseñanza. Entonces, en realidad, no se trata de descartar lo anterior, sino de tomar su enseñanza desde un nuevo punto de vista nuevo, que es el que se produce con la escritura del nudo borromeo. Y es desde allí que se pueden repensar las nociones elaboradas a lo largo de su enseñanza. No es de ningún modo descartar; tampoco es lo mismo. Es un nuevo punto de partida para releer ciertas cuestiones.

A su vez, como les decía, este texto de Éric Laurent es una continuación del proyecto de las psicosis ordinarias. Y, como lo dice también explícitamente en su texto que se llama Cómo se enseña la clínica,(11) (punto que podríamos tomar como un punto de conversación): “La última enseñanza de Lacan implica leer la neurosis desde la psicosis, y no la psicosis a partir de la neurosis como lo era antes”. Podemos hacer un alto allí, y pensar: ¿Cómo entender esa formulación? Porque, en sí misma, es una formulación equívoca, no es nada claro qué quiere decir eso. Podemos acordar en que es indudable, en el primer movimiento, que la psicosis es leída desde la neurosis. Eso es claro. Lo que subrepticiamente sucede es que asimila, a su vez, neurosis a normalidad. No hay que olvidarse de ese detalle. Pero, ¿qué quiere decir leer la neurosis desde la psicosis? Porque, sin dudas, en el pasaje de una a otra formulación, el sentido del término psicosis tiene que haber cambiado para entender en qué hay un cambio de perspectiva. Si no, nos encontraríamos con una palabra que se lee de un mismo modo en un lado y en el otro. Sin embargo, no es lo mismo leerlo en un sentido que en otro.

Entonces, por ejemplo, dice Éric Laurent que “habría que tomar la neurosis como un caso particular de la psicosis generalizada”. Pero eso también es un tema que no es claro, salvo que quizás lo que sería más preciso decir es que esa inversión obedece, en realidad, en última instancia, a la promoción de la noción de síntoma que Lacan plantea en su última enseñanza, a partir del caso Joyce, pero que no es equivalente. Allí lo que cambia es cómo pensar la noción de síntoma, por lo que tendríamos que precisar, entonces, la noción misma de síntoma. Quizás sería más preciso decir que el cambio de perspectiva sería leer la neurosis a partir de la última noción de síntoma de Lacan. Leer, no solo la psicosis, sino también la neurosis, desde esta noción de síntoma. Un tema para plantearnos.

Sabemos que, sin dudas, la última noción de síntoma le hace decir a Lacan que habría que concebir al Nombre del Padre, no como la normalidad, sino como un síntoma. Pero, de nuevo, entonces, ¿qué cambia allí? ¿Qué se modifica al plantear que hay que considerar la noción de Nombre del Padre como un síntoma entre otros?

Entonces, habría que poder pensar que justamente el problema lo introduce esa misma noción de síntoma. No se trata de que Lacan le haya cambiado una letra a la escritura, sino que se trata de una enorme reformulación de cómo considerar, no sólo la clínica de la neurosis y psicosis, sino la práctica analítica como tal. Ese punto de partida nuevo que hace Lacan allí tiene consecuencias enormes. Pero vamos a ir colocando algunos jalones en ese recorrido.

Dice Éric Laurent, entonces, en la introducción de ese texto, que el abordaje de la transferencia en la psicosis, primero extraordinarias y luego ordinarias, no ha dejado de plantearnos preguntas, ya que el estatuto de la relación con el Otro quedaba especialmente cuestionado tras el final de la cuestión preliminar. En realidad, hay que tener en claro en qué había quedado toda esa elaboración detenida desde las formulaciones de Lacan en Una cuestión preliminar. Y eso, me parece claro, porque los términos los usamos y los repetimos, pero, efectivamente, la cuestión quedó detenida en ese punto. No por nada se llama “Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible”. Tiene esa fuerza ese título, no es cualquier cosa. Al mismo tiempo que la elaboración de la transferencia quedó detenida en ese punto, es el punto de todo tratamiento posible de la psicosis. Y así es como comienza el Seminario 3. (12). Las palabras con las que comienza, son: “Comienzo este año la cuestión de la psicosis. Digo la cuestión porque no podemos hablar de entrada de tratamiento, y todavía menos, del tratamiento de la psicosis en Freud, porque nunca habló de ello Freud”. Eso hay que recordarlo, porque es así como lo plantea Lacan en el Seminario 3. Sigue: “Otra cosa muy distinta es partir de la doctrina freudiana para apreciar lo que aporta en esa materia”, que no es exactamente lo mismo. Dice que lo que impidió la Psiquiatría en tanto disciplina clínica fue seguir avanzando en el terreno de las psicosis. En efecto, la psiquiatría había llevado el tratamiento de las psicosis a un impasse, más allá de las distintas escuelas (sean organicistas o psico genetistas, esto es secundario para el problema en cuestión). Para Lacan, todas las escuelas compartían la misma psicología. Esa psicología estaba basada en la teoría abstracta de las funciones del sujeto, eso en lo que se basó siempre la semiología psiquiátrica –aún hoy–, esto es, en la idea de un yo como el encargado del mantenimiento de la llamada realidad. Así se sostenía la psicología de base detrás de las diferentes escuelas psiquiátricas. El ejemplo claro, con el que empieza la “Cuestión preliminar”, es que dice “fíjense la definición de la alucinación como percepción sin objeto”. Dicha definición se basa justamente en esa concepción. Y es, justamente, introduciendo otra perspectiva, cómo va a analizar Lacan las paradojas y los impasses que llevan el querer definir la alucinación de esa manera. No vamos a detenernos en eso, pero es clave que Lacan lo desarrolle así. En el ejemplo, habla de las llamadas “voces”.

Es importante que se entienda que trabajar la última enseñanza no significa olvidar lo anterior, sino que hay que volver a repasar qué entendíamos por eso. Hay que decir que “partir de la doctrina freudiana es partir de lo que es la experiencia estructurada –dice ahí Lacan– por algo artificial, que es la relación analítica”. Es una experiencia estructurada por lo que es la práctica del psicoanálisis, no es cualquier cosa, es estructurada a partir de allí. Y dice, por ejemplo, en los primeros capítulos, “La interpretación de los sueños, por ejemplo, lo novedoso de su elaboración al respecto, no consiste solo en plantear que el sueño dice algo, sino que lo verdaderamente interesante es la elaboración a través del cual lo dice”. Justamente, siguiendo esa vía, es que Lacan plantea que lo que eso demuestra es que el inconsciente está estructurado como un lenguaje, y que en eso se puede leer cómo  Freud se adelanta a Saussure, en lo que fue la fundación de la lingüística estructurada a partir del famoso algoritmo significante/significado, planteando que el orden de determinación hay que buscarlo en un plano puramente significante. Y sigue diciendo, “lo mismo hace Freud con Schreber, lo hace exactamente así. Opera un desciframiento del libro, lo descifra del mismo modo que se descifraron los jeroglíficos. Es claro, y es clásico decir, que el inconsciente está allí –habla de la psicosis– en la superficie”. El inconsciente está a cielo abierto, también hay que ver qué decimos con eso, que es una frase que se repite. Y aclara: “que el sujeto, se puede decir –en este caso, de Schreber, pero está planteándose en general–, está respecto a su lenguaje en la misma relación que Freud, o sea, que ignora la lengua que habla”. Pero, ahí agrega Lacan, “¿es eso suficiente?”. Es igual en la neurosis, en ella, el sujeto también ignora la lengua que habla. Entonces, ¿cuál es el problema en juego en relación a lo que ya de entrada va a plantear respecto de la psicosis, y por la cual queda el tratamiento posible? El problema no es que el sujeto ignore la lengua que habla, eso es igual, el problema, dice, es “por qué aparece en lo real”. Esa es la precisión. Al mismo tiempo, va a aparecer allí –y meterse en eso, es meterse en qué quiere decir que en la neurosis opera la represión, en la psicosis la forclusión, lo sabemos de memoria–, que eso que llamamos forclusión no es una teoría basada en la clínica de la mirada, sino que eso que llamamos forclusión es un tema que da cuenta de un hecho de experiencia de la clínica psicoanalítica. No hay tratamiento posible –va a ser la conclusión de Lacan en el principio–, que considerar que , a diferencia de la neurosis, en la cual opera la represión, en la psicosis opera la forclusión. Y, además, eso que retorna, retorna en lo real. Dejémoslo por ahora así.

Uno de los puntos de Una cuestión preliminar (13)  se llama “Hacia Freud”. Otro de los puntos se llama “Con Freud”. Luego,  “Por el lado de Schreber”, y,  por último, está el famoso “Post-Scriptum” que es lo que va a tomar Éric Laurent en el texto antes citado, refiriéndose específicamente a la transferencia. Pero, ¿qué es lo que introduce allí? Va paso a paso, lo va haciendo pormenorizadamente, y es que no hay que olvidar que el inconsciente es lo que llama el lugar del Otro, tomando la referencia freudiana de la otra escena. Repasamos cosas que sabemos todos, pero para volver con detalle a esas cuestiones. Desarrolla lo que tiene lugar en la estructura de ese Otro, para entender a qué le llamamos neurosis y a qué le llamamos psicosis. Piensa la estructura en juego en ese lugar, y al hacerlo, forja la famosa fórmula de la metáfora paterna. Al mismo tiempo que desarrolla eso, habla de las consecuencias que se pueden leer si en ese lugar del Otro, se puede verificar lo que llama la forclusión del significante del Nombre del Padre, y, en consecuencia, el fracaso de la operatividad de la metáfora paterna. Es con esa clave  que va a leer ahora el caso Schreber.

Entonces, es en tanto Lacan lo llama cuestión preliminar, donde se plantea el problema de cómo concebir el tratamiento analítico cuando  la cuestión es la forclusión del Nombre del Padre. Es decir que lo que está en juego en ese problema no es sólo una cuestión de diagnóstico, sino que es una forma de concebir la interpretación y la transferencia,. Dice, “porque seguir en eso sería ir más allá de Freud. La cuestión de superar a Freud no se plantea, siquiera, cuando el Psicoanálisis después de Freud ha dado la vuelta a la etapa anterior”. Hay que volver a Freud, dice Lacan. “Es eso lo que nos aparta de todo otro objetivo que restaurar el acceso a la experiencia que Freud descubrió”. Y ahí dice la siguiente frase, que es con la que termina el texto: “Utilizar la técnica que él instituyó fuera de la experiencia que se aplica es tan estúpido como echar los bofes en el remo cuando el navío está en la arena”. Con esta frase, dice Laurent en su escrito, queda detenido el tema.

Pero hay algo más, que plantea Éric Laurent en este texto, cuando dice que si uno no va más allá, lo que se pone en cuestión es nada más y nada menos que verificar si el trabajo que hacemos con la psicosis puede insertarse          en el discurso analítico. Pequeño detalle, las preguntas son todas válidas. ¿Se puede pensar que entra en el discurso analítico? ¿Sí o no? Primera cuestión. Y la segunda cuestión, es en qué eso puede. Si se lo replantea, podemos deshacernos de algunos estorbos que nos retenían en nuestro acto. No hay que olvidarse que el problema en juego en relación al tema de la transferencia es que para Lacan utilizar la técnica –como lo dice en ese texto– que opera en la neurosis para operar en la psicosis, no sólo sería estúpido, incluso intrascendente, sino que lleva al riesgo de llevar al analista de cabeza a realizar, en su acto, el factor que produce la catástrofe, el desencadenamiento en la psicosis. Ese es el gran riesgo. ¿Cómo pensar el problema de la cuestión preliminar y de la transferencia? Es que eso deja en riesgo al analista de estar ocupando el lugar del ¨un padre¨ y producir por esa vía el desencadenamiento.

Ahora, qué quiere decir esto, sino que, hasta el momento, y en ese contexto, la práctica analítica como tal –además de cómo concebir el síntoma, la interpretación, la transferencia–, es concebida como la práctica que pone en juego la revisión de la posición que el sujeto tiene en relación al Nombre del Padre y a la castración. De ese modo se concibe la práctica analítica. No de otra manera. Y eso Lacan lo repite una y mil veces en su paso a paso de elaboración de lo que retoma de Freud. Por ejemplo, para dar una referencia, Lacan dice, en algún lugar, (14) que al síntoma habría que considerarlo como un protesto de la deuda simbólica. Se acuerdan que deuda simbólica define la operación de la castración. Hay que pensar la castración como una deuda simbólica. Pero, ¿qué es un protesto? Es una cuestión que se usaba para protestar la cuestión de un pagaré. El protesto es un acto con el que se hace constar la falta de pago de un pagaré. Ese es el protesto en la contabilidad. Y, ¿por qué usa eso para pensar en la noción de síntoma? El síntoma de la primera enseñanza, como metáfora. Por su intermedio, el sujeto se anoticia que en algún lado hay un escamoteo respecto a los compromisos asumidos en tanto sujeto sujetado al orden simbólico. Orden simbólico donde la noción fundamental es cómo lo simbólico está estructurado a partir del Nombre del Padre. Este Nombre del Padre ocupa el lugar de significante de la Ley. Es eso el inicio en Lacan de la función de la palabra en el campo del lenguaje. Y, por eso, en “Función y campo” (15) define a la psicosis como “la libertad negativa de una palabra que ha renunciado a hacerse reconocer”. Y eso es lo que Lacan llama el obstáculo a la transferencia. La posición clave de la entrada de Lacan, inaugural en ese texto, es la función de la palabra en el campo del lenguaje. Y la palabra es lo que remite al pacto, el pacto simbólico. Pone en juego los lazos fundamentales, lo que después será el discurso del Amo. La vinculación del sujeto al discurso del Amo.

Entonces, allí, en ese sentido, toda la remisión de la noción de represión, a diferencia de la forclusión, es que la noción de represión, si le sacamos las cuestiones de los tecnicismos, supone que hay que pensar que algo ha sido admitido primero por el sujeto, para luego poder pensar el mecanismo por el cual intenta rechazarlo, reprimirlo. Pero eso que está en juego en la represión no es cualquier cosa, sino la relación del sujeto al Nombre del Padre en la función de la castración. Por eso el ejemplo princeps que usa Lacan en el Seminario 3 (16) para pensar la cuestión de esta distinción es, recuerdan, el Hombre de los Lobos. La alucinación del dedo cortado, donde dice que si hay que pensar de algún modo la forclusión es que hay que pensarlo como un no querer saber nada de eso, no en el sentido de la represión. La represión es un modo de saber de eso, al mismo tiempo que se lo rechaza. Pero no se puede pensar ese rechazo del mismo modo de lo que es la noción de forclusión. Recuerdan que usa la noción de Verwerfung como opuesta a la Behajung, que es el consentimiento del sujeto a inscribirse en ese orden simbólico, en el cual el Nombre del Padre y la castración ocupan un lugar fundamental.

Todo esto, es para tratar de ver lo que está en juego en ese punto donde dice Éric Laurent que queda detenida la elaboración. La transferencia queda en ese punto, donde queda ubicada en la “Cuestión preliminar”. Justamente por eso, viene la pregunta de si se puede pensar el trabajo con la psicosis en el discurso analítico y, luego, cómo sería pensar en los estorbos que retiene al analista en su acto. Es un modo de obligarse a pensar en qué –porque no es algo obvio– el acto analítico va más allá de ser el relevo de la función del Nombre del Padre. Nada más y nada menos que eso está en juego, porque no es tan obvio que más allá de los cambios de los distintos momentos de Lacan, siempre siga operando la idea de la elaboración de la cura analítica de la neurosis. Sigue pensándose en términos de cómo pensar la elaboración de la castración, extrayendo consecuencias más allá de Freud, en cierto punto, por ejemplo, cuando dice Lacan “hay que pensar la castración no solo del lado del sujeto, sino del Otro” y demás, pero sigue siendo pensada como una incidencia del acto en relación a esa función.

Esta reversión del punto de vista, si empezamos a ver qué agrega, o qué replantea de la cuestión la última enseñanza, implica replantear cómo pensar la transferencia cuando el estatuto en relación al Otro del inconsciente está puesto en cuestión. Uno debería preguntarse: ¿Se agota la noción de transferencia como el operador que permite pensar cómo se produce el embrague del síntoma en el inconsciente? Así es como lo pensamos habitualmente. ¿Se agota allí la noción de transferencia? O, dicho de otro modo, ¿hay que reducir la transferencia a lo que Lacan llamó la noción del Sujeto Supuesto Saber? Es exactamente eso lo que Lacan interroga en la última enseñanza. Ahora, revisar eso resulta imprescindible para pensar nuestra práctica hoy, es una elección forzada. Si no podemos pensar la transferencia más allá de eso, no podemos pensar la transferencia ni el acto analítico por fuera del campo de las neurosis. Entonces, será psicoterapia aplicada a la psicosis, pero no es psicoanálisis estrictamente.

¿Queda fijado lo que era el psicoanálisis en el punto de partida que fue el de la neurosis? ¿O, en realidad, como va avanzando Lacan, el hecho de que haya nacido allí no significa que eso sea lo que define al Psicoanálisis estrictamente, sino que lo que Lacan piensa es cómo revisar, hasta el final, la operación analítica como tal? Por eso puede volver a interrogar cómo entender la transferencia, la interpretación, por qué resulta eficaz o no la práctica analítica. Para no quedar apegado a su punto de partida, que fue el terreno de la neurosis.

Por eso, ese título “De la transferencia sin el Nombre del Padre a la transferencia sin el Otro” tiene una resonancia fuerte. Cada referencia tomaría un trabajo de qué quiere decir. Si no tenemos una colección de referencias, pero en sí mismas, cada una es un problema. Para ver el desplazamiento de los problemas, según cómo los plantea Éric Laurent, hay que pensar la inversión de esa perspectiva. Así como en el principio, en la primera enseñanza, la cuestión del Otro es un dato de partida, se puede decir que en la última enseñanza lo que es un dato de partida es el Uno, el Uno solo. Pero pensado solo así, sería una manera de pensar la cuestión que va a contrapelo de la práctica del psicoanálisis mismo. No solo en la psicosis, sino en general. Dice Laurent, “¿que sea a contrapelo, no convendría especialmente a la estofa del psicoanálisis, nuestra práctica, del lado de las locuras? Allí donde no podemos apoyarnos en el Nombre del Padre”. Y dice: “No abordarlo a partir del Otro, ¿no podría ser para nosotros una liberación?”. Hay muy pocas referencias en la última enseñanza sobre la transferencia, pero hay una referencia que va a trabajar especialmente, que es la del Seminario 24. Quizás, podemos detenernos ahí. Pero fíjense el detalle, no es sólo pensar cómo retomar ese punto donde quedó detenida la cuestión, sino que revisarlo desde la última enseñanza, quizás nos permitiría repensar qué es la transferencia. No la transferencia en la psicosis, sino en tanto tal. Y cómo pensar el efecto del acto analítico. Por eso, el mismo texto donde empieza diciendo cómo analizar la cuestión de la transferencia en las psicosis ordinarias, las locuras, etc., termina teniendo, como otro de sus puntos, uno que se llama “Transferencia y sentimiento”. Pero el último, lo llama “La interpretación como jaculación”. O sea que la revisión del problema lleva de cabeza a  cómo piensa Lacan la transferencia en la última enseñanza, a cómo piensa la interpretación, no solo en la psicosis, sino la interpretación en general.

Y ahí vienen muchas cuestiones para repensar, pero vamos despacito. Decíamos cómo pensar la cuestión de la transferencia, más allá del operador que produce como embrague del inconsciente, que es la función Sujeto Supuesto Saber. En relación con eso, se me ocurría situar pistas anteriores de Lacan, ya que la última enseñanza no borra lo anterior, sino que ya había, en las elaboraciones de Lacan sobre la transferencia, cuestiones que no quedaban para nada claras respecto a la noción como tal de la transferencia.

Por ejemplo, una de las primeras referencias de Lacan de la transferencia está en un texto que se llama “Intervención sobre la transferencia” (17). Lacan, en el ’66, cuando publica los Escritos, inicia el texto diciendo que se trataba  de “amaestrar las orejas para el término sujeto”. Se trata, en este punto del caso Dora de Freud, que fue expuesto bajo la forma de una serie de inversiones dialécticas. Eso no hay que tomarlo solo como un artificio de ordenamiento de lo que llamamos el material, sino que se trataba de una escansión de las estructuras en que transmuta, para el sujeto, la verdad, que no atañe solo a su comprensión de las cosas, sino a su posición misma en tanto sujeto”. Lo que se hizo clásico para pensar la entrada en análisis es una referencia que está allí, en ese texto. La famosa “inversión de la posición del alma bella”. “¿Cuál es tu parte en el desorden del que te quejas?”. Ahora, el detalle que tiene ese trabajo, para  detenerse, porque uno se saltea siempre un paso, es que ahí Lacan la llama la primera inversión dialéctica, a ese “mira cuál es tu parte en el desorden del que te quejas”. Pero lo que no se comenta tanto, es que esa inversión se produce sí y sólo sí tuvo lugar antes otra cosa que Lacan llama la afirmación de la verdad. El analista, dice Lacan, es puesto a prueba en esa etapa anterior. Es claro, entonces, que lo que Lacan llama la puesta a prueba, es la puesta a prueba del deseo en juego en la operación analítica como tal. Porque, pensémoslo así, ¿cuál es la maniobra para que el futuro analizante sienta que las entrelíneas de los enunciados con los que intenta transmitir su sufrimiento se haga oír, eso que Lacan llama la afirmación de la verdad? Sin eso, no se ve cómo el famoso “cuál es tu parte” haga resonar ese enigmático deseo que llamamos “deseo del analista”, para constituir al paciente en un analizante propiamente dicho. Esa misma frase, “cuál es tu parte”, podría ser escuchada perfectamente como un padre que produzca desencadenamiento en las psicosis. Tal es así, que hoy en día, y eso lo vemos mucho en los controles, y muchas veces es un problema en los jóvenes practicantes, que hasta se inhiben de hacer preguntas. No “cuál es tu parte”, sino en preguntar detalles, porque se teme, de algún modo, y eso viene de la época de esta reflexión, que una pregunta –lo cual es cierto– puede funcionar como, por ejemplo, “por algo será que te pasa lo que te pasa” y eso puede tener una resonancia que no tiene nada que ver con la inversión dialéctica que plantea Lacan, si eso viene después de lo que él llama la afirmación de la verdad. Es una cosa enigmática, pero podríamos definirlo así: sólo después de haberse sentido escuchado, en esa dimensión de un decir que está más allá de los dichos, con que nos transmite su sufrimiento, es que es posible transformar a ese sujeto en un analizante propiamente dicho. Pero, ¿cómo entender esa experiencia que fue siempre para Lacan, una de las satisfacciones más inasibles que existen? Ser escuchado más allá de lo que uno dice. Y no es eso otra cosa que lo que hace surgir, lo que llamamos el amor de transferencia.

La transferencia, ¿es solamente un fenómeno epistémico de la articulación del sujeto al inconsciente? ¿O para que eso se produzca –estamos hablando de los neuróticos, pero inclusive en ellos– tiene que haber algo más? Es el anudamiento de esa articulación del amor al inconsciente. Esa es una referencia que les puede servir para pensar detalles de este problema de cómo revisar la cuestión del problema de la transferencia. Es de la primera enseñanza para seguirlo en la enseñanza posterior. Porque esa enigmática satisfacción es una cosa a pensar y a tratar de ubicar. Lo que llamamos “amor de transferencia”. No se olviden de que Lacan, lo dice explícitamente, por ejemplo, en “Televisión” (18) donde el hecho de que algo nuevo produzca algo nuevo en el amor, no promete nada nuevo en el campo de la sexualidad. Miller le pregunta y Lacan responde que lo que promete el psicoanálisis está del lado del amor y no de ninguna solución en el campo de la sexualidad. También, en algún momento, dice que no inventó ninguna perversión nueva. Lo único nuevo es el amor, y eso permite pensar esa noción técnica que es la de transferencia analítica. Lacan, en muchos lugares, dice que trató de definirla con la función del Sujeto Supuesto Saber.

Vamos ahora a la noción de Sujeto Supuesto Saber, donde podemos volver a ver detalles de algo que interroga el problema de la transferencia, inclusive, en la neurosis. Dice Lacan, entonces, en la “Proposición del ‘67 -19- que, al comienzo del análisis, está la transferencia. En el Seminario 8 -20- decía “al comienzo estaba el amor”. y agrega, como en muchos otros lugares, que la transferencia es algo indistinguible de eso que llamamos amor. Pero hay que ver qué tipo de amor, y qué queremos decir con esa palabra. Produce enormes equivocidades esa palabra. Pero Lacan no dice allí que la transferencia sea equivalente al Sujeto Supuesto Saber. Dice que el Sujeto Supuesto Saber, si uno lo lee con precisión, es el pívot alrededor del cual giran todos los fenómenos de la transferencia. Y escribe, entonces, el famoso algoritmo que todos conocen. Significante cualquiera, significante de la transferencia, rayita, y abajo una s chiquita (S1, S2, S3…) y todos los significantes del inconsciente. Está construido sobre el algoritmo significante/significado. Pero lo que dice, que me parece un punto fundamental, es que el Sujeto Supuesto Saber es un efecto de significación. Está debajo de la barra como una s chiquita. Para eso, quizás, necesitamos repasar la idea de que no hay que confundir sentido y significación, porque si no se pierde el dato. Nosotros hablamos de sentido, que siguiendo a Lacan es equivalente a sentido sinsentido, cuando algo abre el campo del sentido, pero no quiere decir que eso se ancle en una significación precisa. Eso vale tanto para la neurosis como para la psicosis, no hay ninguna distinción en eso. La diferencia es que, en la neurosis, a ese ancla la llamamos la significación fálica.

Hay que ver qué está tratando de ubicar Lacan ahí, pero dice que el Sujeto Supuesto Saber queda en el lugar de un efecto de significación. Eso, ¿qué quiere decir? Porque una cosa es que un sujeto pueda venir completamente desgarrado y dividido a la consulta con un analista, pero para que empiece verdaderamente el análisis no basta con eso. Sino que eso, que podemos llamar la división subjetiva, el desgarro, tiene que recibir un efecto de significación muy particular, que lo fija en una posición tal que es completamente nueva, porque ahí se produce un vínculo totalmente nuevo, que es la entrada en el discurso analítico. No se olviden que Lacan dice, por ejemplo, en el Seminario 20 (21) que el amor se produce cuando hay cambio de discurso. El sujeto desgarrado, en sufrimiento, por ese efecto de significación, entra en una posición nueva que lo hace entrar, entonces, en ese nuevo espacio discursivo. Eso es importante porque, entonces, hay que ver esa cuestión que llamamos “la constitución de la posición analizante”, ya que, si lo vemos así, no es automático que se produzca eso.

El problema de pensar la entrada de análisis es que eso no es automático para nada, tiene que ocurrir algo, a diferencia de lo que discute Lacan con los post-freudianos, que jamás se resolvió eso por ningún contrato. Se decía que “había que esperar la transferencia para empezar a interpretar”, decían los post-freudianos. Pero, a su vez, uno tendría que decir, cómo se produce ese efecto de significación si no es por un tipo particular de interpretación. Sin la interpretación no se produce ese efecto de significación. Cuál es la interpretación, entonces, que produce ese efecto de significación, que no es cualquiera, porque es sólo desde ahí, desde esa significación, que no hay que olvidar está por fuera del inconsciente. Está el s, y después vienen los paréntesis donde después está lo que va a ir apareciendo en el transcurso del análisis de los determinismos inconscientes del sujeto. Pero la posición esa está fuera, lo cual es totalmente lógico, es la constitución de una nueva posición desde la cual se va a poder analizar todas las determinaciones inconscientes a lo largo del análisis hasta llegar a lo que se va condensando en el fantasma fundamental, anclado en la transferencia misma. Ese efecto de significación está por fuera del inconsciente, no se hace equivalente transferencia a inconsciente, estamos hablando de sujetos abonados al inconsciente. Pero, a su vez, que estén abonados al inconsciente, no quiere decir que la transferencia sea, en sí misma, un fenómeno automático. Hay que ver qué es esa novedad en el amor que produjo el psicoanálisis, ese “dar un lugar tan particular”. Por supuesto, se puede poner eso en serie, si les interesa hacer esa investigación, con esa famosa primera cuestión de lo que llamamos afirmación de la verdad, ese efecto de significación particular.

En algún lugar, inclusive, Miller(22) habla de que habría que pensar que, desde cierta perspectiva, la entrada en análisis es un “cuasi-pase”. Eso lo tomé para pensar el tema, en algún momento, para pensar en el efecto, en la entrada en análisis, el efecto de la constitución como tal de la transferencia, que tiene que ver no solo con un fenómeno como el que decíamos antes, sino un tipo de acontecimiento de cuerpo. Fija al sujeto en un vínculo que puede durar, sabemos, muchísimo tiempo.

A su vez, Lacan dice, en ese mismo texto, que la cuestión de todo ese algoritmo, es posible pensarlo como lo que en el Banquete se llamaba el ágalma, eso escondido detrás de ese envoltorio que produce ese efecto tan particular. Frente a eso, se arman muchas dificultades y muchos problemas. ¿Cómo pensar ese amor? Porque, en general, la cuestión para elaborar la noción esa de agalma decimos que detrás de todo este algoritmo está la referencia a un objeto, un objeto parcial. En general, se usa la referencia para dar cuenta de que la perspectiva del análisis debería ir trabajando la articulación del deseo con la pulsión, a producir el efecto des idealizante del amor de transferencia, en el sentido de la aspiración de ser uno con el otro. En esa perspectiva, la articulación de pensar el objeto del deseo y la pulsión, va en esa línea. El problema con eso es que después Lacan va a plantear que es muy difícil pensar, si uno ve sólo la cosa desde esa perspectiva, cómo distinguir el final de análisis con lo que él llama el saldo cínico. Para pensar el deseo del analista, no basta con pensar esa cuestión del saldo cínico. La otra vertiente que suele ser menos articulada, es pensar cuál es la articulación del deseo con el amor detrás de esa palabra ágalma. Porque no se olviden que ya en los trabajos de Lacan sobre el grafo, la cuestión del final del recorrido del deseo de la experiencia analítica, Lacan la ubica como el pasaje de ir del fantasma, en el último punto del recorrido de ese grafo, a lo que escribe con el matema de S del A barrado, que por supuesto, tiene muchas lecturas en el mismo Lacan, pero, una de ellas, es para referirse a otro goce, tal como lo escribe, por ejemplo, en la referencia al goce femenino. Sería, entonces, ir del fantasma a un más allá de eso. Ahora, lo que hay que explicar es cómo es posible que en ese discurso se pueda realizar ese pasaje, si no es porque ya hay algo de entrada, que hay que pensarlo más allá de la relación a lo inconsciente, que, por supuesto, en sí mismo, está todo armado a partir de la referencia al Nombre del Padre, la castración y la significación fálica. Y el fantasma siempre lo es como fantasma fálico. Pero el operador por el cual se produjo ese trabajo, el alojamiento en ese espacio discursivo, no es equivalente a pensar la operación analítica sólo como relevo de la función castración. Así es como se le presentó a Freud, y es lo que Lacan empieza, en el Seminario 11, (23) a pensar un más allá de cómo lo pensó Freud, dado el punto de partida que fue la experiencia, sobre todo, con las histéricas.

Hay que  interesarse en ese detalle, inclusive, dice Lacan en el Seminario 10 (24) que justamente el problema es pensar la articulación del deseo con el amor, para pensar el deseo del analista. En relación al amor de transferencia. Porque, si uno sólo se queda con la no-coincidencia entre el objeto del deseo, y el del amor, la operación como tal sería equivalente a lo que se llama la degradación de la vida amorosa. Por eso el Seminario 11 (25) termina trabajando esa frase “porque amo en ti algo más que ti, te mutilo”. Pero no termina con esa frase, sino con una enigmática referencia, a una significación sin límite, y así llama al deseo del analista, que está más allá de la Ley. Puso un dato que está en la misma serie de problemas que ya se pueden leer a posteriori sobre la transferencia, y que van más allá del punto donde quedaba detenido en Una  cuestión preliminar.

Por eso, se puede pensar por qué Lacan insistía en que, en el final del análisis, la caída del Sujeto Supuesto Saber,  que es la relación al inconsciente, no es equivalente a la liquidación de la transferencia. Podemos hacernos en ese punto una pregunta. ¿Cuál es el destino de eso que se llama transferencia en el final del análisis? Y, cómo, por esa vía  Lacan trató de pensar por qué el análisis podría conducir a la función de relevo de lo que llama el deseo del analista. ¿Cómo se transmite eso? Eso siempre queda entre sombras, pero si por algún lado estaría esa pista, es sobre qué pasó, o cómo se elaboró, eso que se llama la transferencia.

La caída del Sujeto Supuesto Saber no significa, necesariamente, liquidación de la transferencia, sino cierta toma de relevo de esa función. Lacan puede decir “cómo alguien que atravesó eso, puede querer tomar el relevo de esa función, si solo se quedara reducido al desengaño de la ilusión amorosa”. Es totalmente enigmático eso, salvo que se piense en términos de una profesión, como otra, para hacerse unos mangos. Acá también se lo pregunta. Si no lo pasamos a la cita inicial de las categorías, pasamos del trabajo de la transferencia a la transferencia de trabajo, y ya tenemos todo claro y ya está. No se entiende nada, hay que ver qué es la transferencia de trabajo que articula un enigmático lazo al amor y al saber. Nos lleva a repensar cómo entender ese enigmático lazo.

El otro efecto enigmático de pensar la noción de transferencia desde esa perspectiva, es que no hay que olvidarse que ya en el Seminario 8, cuando Lacan pone en principio el amor, define al amor como un efecto de significación. No lo define de cualquier manera, dice que es un efecto de significación. ¿Por qué? Muy enigmático. Un efecto de significación a distinguir de la significación fálica. La significación fálica hay que pensarla como producto de la metáfora del Nombre del Padre. Sabemos eso, como está en la cuestión preliminar. En cambio, esta significación, la pone a cuenta de lo que llama la metáfora del amor, que es la inversión de las posiciones del amante y el amado. Hay algo enigmático ahí. Es verdad que uno puede decir que la posición analizante como tal, siempre habría que pensarla, inicialmente, como posición del amante. Lo que queda del otro lado, el amado. Pero, ¿no hay, en la entrada en análisis, algo a pensar de inversión de esos dos lugares? En ese fenómeno que les decía, ese inasible efecto de ser escuchado más allá de lo que se dice, lo que llamamos el “alojamiento” en el campo de la transferencia. Produce el anclaje de lo que conocemos del inconsciente, el desciframiento, etcétera.

María Marciani – Esa satisfacción que vos nombras.

Fernando Vitale – Una enigmática satisfacción que no se podría poner del lado de la significación fálica. Habría que pensarlo más allá. En el Seminario 24 (26) hay una referencia al amor, que Lacan llama como significación vacía. Trabajamos mucho todas las referencias que se pueden seguir de esa significación vacía.

En el Seminario 20 (27) que no es el único lugar donde Lacan dice algo nuevo sobre el amor, en el capítulo que se llama “Dios y el goce de la mujer”, dice que lo que hay que tomar en serio de nuestra experiencia, es lo que aportó, de nuevo, la renovación que suministra el dominio del Eros”. Tomada del trabajo del Banquete es una referencia a la articulación del amor y el deseo. “Hay que partir de que ese Hay Uno, ha de tomarse por el acento puesto en el uno solito. Allí se capta el nervio de lo que nos vemos forzados a llamar el nombre con el que la cosa retumba, por los siglos, a saber, el amor. En el análisis no nos las vemos más que con eso, y no es por otra vía por donde opera”. Eso dice Lacan en el Seminario 20. Entonces, hace un recorrido muy interesante, que es una especie de condensación terrible de su enseñanza, pero es divertido cómo lo dice. Plantea que “personas bien intencionadas, que son peores que las mal intencionadas, quedaron sorprendidas porque les llegó el eco de que yo colocaba, entre el hombre y la mujer, cierto Otro, que les parecía ser el viejo buen Dios de siempre. Era una manera de exorcizar al buen Dios”. Pero, no se olviden que Lacan tenía muchos jesuitas dentro del seminario al comenzar su enseñanza. Esa equivocidad estaba. “Después de todo, hay gente que me felicita por haber sabido postular, en uno de mis últimos seminarios, que Dios no existe. Evidentemente oyen, pero desafortunadamente comprenden. Y lo que comprenden es un poco precipitado. Tal vez hoy les muestre por qué existe el buen Dios. El modo bajo el cual existe no será tal vez del agrado de todo el mundo, en especial, de los teólogos. Pero, desgraciadamente, yo no estoy del lado mismo que ellos, porque tengo que vérmelas con el Otro. Ese Otro, si sólo hay el uno solo, ha de tener, forzosamente, alguna relación con lo que aparece del otro sexo”. Este capítulo termina de una manera muy divertida, porque venía de trabajar los dos modos de la suplencia entre el amor y la relación sexual, los dos modos de fallar, el modo macho y el modo hembra, uno del lado del todo, y el otro del no-todo, en uno pone la referencia al objeto a, y en el otro al S del A barrado, que es del lado de la suplencia femenina, pero cuando termina ese capítulo, tratando de hablar del no-todo habla de los místicos. Ahí, dice algo muy sorprendente. Respecto de los místicos, dice “estas jaculaciones místicas no son palabrería ni verborrea, son, a fin de cuentas, lo mejor que hay para leer. Nota al pie de página, añadir los escritos de Jacques Lacan, porque son del mismo registro. Con lo cual, naturalmente, quedarán todos convencidos de que creo en Dios. Creo en el goce de la mujer en cuanto está de más, a condición de que entre ese de más, coloquen una mampara hasta que lo haya explicado bien”.

En una de las jornadas anteriores, me acuerdo, me habían pedido una contribución y me había gustado esta tradición de recordar una mampara hacia el infinito, para retomar esa cuestión que Lacan trabaja la noción de infinito. Pero, ¿por qué vale esa expresión? Lacan lo recorta, pero, “¿De qué hablan los místicos? Sino de una otredad que los habitaba”. A esa otredad los místicos la identificaban con lo que ellos llamaban Dios. Pero era para dar cuenta de una otredad. Y dice “Esa otredad a la que llamaron Dios –termina el capítulo diciendo– es esa otredad que tiene como soporte el goce femenino. No es la misma que la faz de Dios, o del Otro, que tiene como soporte el objeto a” que es la referencia al Nombre del Padre, al Dios padre. Dice cosas muy raras en ese Seminario, como que la operación analítica, para distinguir el psicoanálisis de la psicología, hay que distinguir lo que remite al A de lo que remite al S barrado. Si no se hace esa distinción, hay algo que falta en la operación analítica como tal.

Entonces, volvamos a la referencia de Laurent acerca del goce en el punto  dónde había terminado la cuestión preliminar. Nos dice precisamente que la cuestión preliminar se detiene en el punto en que el Padre Dios se borra ante el Dios partenaire de goce. Lo que testimonia Schreber es que ante la falla del Nombre del Padre, el partenaire con el que se las tiene que ver es ese partenaire de goce. De un goce que es equivalente a ese goce parasitario que le despedaza el cuerpo, eso que Lacan llama goce fálico, que de por sí produce muchas equivocidades. Pero, el riesgo de lo que hablaba del acto analítico, es cómo hace el analista para no ir a ocupar ese mismo lugar, como efectivamente fue el lugar en que quedó ubicado Flechsig según lo ubica Freud. El partenaire de goce en juego, es pensado por la forma de ese goce fálico, intrusivo, parasitario, que lo despedaza. Ahora bien, la cuestión es ¿es el único partenaire posible? ¿O la transferencia permite pensar otro tipo de partenaire frente a lo que es el goce parasitario, del uno, que está en el título, “la disrupción del goce”? El Uno que introduce un goce fuera cuerpo, que, por supuesto, siempre es disarmónico y que rompe la homeostasis, sea en la neurosis o en la psicosis y que va emparejado con la palabra trauma.  Pero la cuestión es que sólo a partir de la posibilidad de contar con la transferencia es que podemos  pensar qué partenaire hay para ese Uno, el uno solo, como dice Lacan en el Seminario 20 (28). Entonces es posible revisar de qué manera la psicosis ordinarias son perfectamente incluidas dentro de lo que llamamos el discurso analítico, si separamos el discurso analítico del campo de la neurosis, y si separamos la función del analista para no pensarla sólo como relevo de la función castración. Esas serían las cuestiones que se abren a partir de esto.

María Marciani – Bueno, gracias. Hay algunas cuestiones que me parecen muy importantes de pensar. Cómo habría una especie de tradición, que también nombra Éric Laurent en ese artículo, que es la idea del secretario del alienado. Eso daba una especie de lugar a pocas intervenciones a seguir, a anotar, a hacer como una especie de anotación, depositario de eso, pero que limitaba el acto del analista. Lo que vos decís me aclaró también un poco lo que plantea Laurent ahí respecto de ese cambio. De la idea de sujeto a la idea de parlêtre, que tiene que ver con el cambio de la noción de síntoma también. Él ubica ahí lo que vos contabas de esta posibilidad de preguntar, o de intervenir en la psicosis, inclusive en los primeros momentos, que en otro momento daba mucho temor.

Fernando Vitale – Totalmente. A mí lo que siempre me pareció impactante es, la idea de secretario, que es la idea de Lacan de decir que un tratamiento posible es ser secretario. Lacan lo plantea así, aunque hay que ver cómo tomar eso. Pero, al mismo tiempo que eso ha llevado a esa idea, hasta del temor de preguntar. Siempre digo que lo que impacta es cuando uno lee las presentaciones de enfermos de Lacan. La manera en la que Lacan pregunta es de una minuciosidad que es impactante, y uno se queda pensando cómo es el efecto de eso. Sin embargo, eso sostiene que la práctica de presentación de enfermos de la orientación lacaniana, y siguiendo con Lacan, se separó de lo que era la cuestión de las historias de la psiquiatría. Pero, muchas veces lo que se relata de las presentaciones de enfermos de Lacan, es que los sujetos, luego de esas intervenciones y preguntas, lo que sentían era  que habían sido escuchados por alguien alguien que se interesaba con una minuciosidad enorme en la singularidad de lo que les estaba pasando. Esa pregunta era un modo de alojamiento, Lacan hacía de partenaire en esa escena y, lejos de que funcionara como algo persecutorio, en general, tenía efectos de mejoría. Uno diría que un sujeto puesto a la vista de todo el mundo, tenía el enorme riesgo de que eso terminara siendo, en sí mismo, una cosa persecutoria, intrusiva. Entonces ya tenemos también que, en ese tipo de escenas, de partenaire en esas escenas, de ningún modo queda asimilado al partenaire de goce persecutorio al estilo de la erotomanía mortífera, sino que hay algo ahí que muchas veces tenía su valor en sí mismo. Ese tema del secretario es una primera manera de plantear la cuestión. Eso todavía queda ligado a que eso del secretario no tiene nada que ver con el acto analítico como tal. La cuestión es que habría que ver qué es el acto analítico. Por eso Lacan se termina cuestionando cómo entender la interpretación, vuelve a los textos como el de las “Consideraciones sobre la histeria” que está, creo, en el Seminario 24, (29) diciendo “Freud pensó que los efectos que veía de por qué eso incidía sobre el síntoma era por la revelación de la verdad, lo que trabajaba respecto de la determinación inconsciente, pero, ¿habrá sido por eso que tenía incidencia sobre el síntoma? ¿No será porque había intervenciones, o modos de intervenir, que evaporaban el afecto?”. Quizás se evaporaba ese afecto patológico de esas histéricas. Es como si Lacan releyera que habría que ver qué era eficaz de eso, y no necesariamente quedarnos pegados a que la eficacia está en la relación al inconsciente en el sentido del saber. Si eso fuera así, entonces toda la clínica de este campo está zanjada totalmente en nuestra comunidad. Y no, es hasta ahí. Yo hace poco leía en un texto que está en la Lacaniana, de una discusión que hace Miller en la Escuela, la mayoría son psicosis ordinarias, como pasa mucho en las presentaciones de casos. Entonces, es una discusión muy interesante, pero en algunos lugares, dice “no se podría pensar un análisis porque esto no es una neurosis”. Y hubo muchas intervenciones muy eficaces, pero no se podrían pensar como interpretaciones. Es una intervención, ¿hay que tomarlo como una toma de posición? ¿O es una provocación para pensar cómo seguir elaborando eso? Se dan cuenta que es como que ese cambio de perspectiva es una revisión de poner el paradigma en un punto como era el inicio, la relación con el Otro, el padre y la castración, es revisar qué es ese partenaire que introduce la transferencia en sujetos que pueden estar abonados o no al inconsciente. No es que el analista es el que produce la relación al Nombre del Padre. El sujeto anudado al inconsciente está anudado. Éric Laurent al final de ese texto dice “finalmente el análisis, ¿no es extraer al sujeto de su delirio edípico?”. No es que está ahí la solución, sino cómo pasando por ahí se extrae algo más allá de eso. Entonces, eso podría ser una manera de repensar, también, el modo de incidencia en donde no está en juego la relación al Nombre del Padre.

Son las preguntas que les digo que se abren en esa conversación. A partir de las presentaciones actuales, que, en muchos casos, cada vez más, se ven como presentaciones que no responden a la neurosis. En ese texto de las psicosis ordinarias, se desprende que una de las cosas también importante, es que hay que ser mucho más estricto en cómo entender neurosis. También a veces siento algo que es una paradoja, y eso se ve en los controles, cuando hay casos en que las dudas sobre el diagnóstico se disipan si el paciente empieza a andar bien, entonces sí, era una neurosis. Como si se tratara de que si la cosa tuvo incidencia, entonces, debía ser una neurosis, porque si no, no se puede dar cuenta de por qué tuvo una incidencia favorable.

María Marciani– Por eso me parece interesante revisar esa idea de pensar la neurosis desde la psicosis. Pero es revisando qué estamos diciendo cuando hablamos de psicosis y de síntoma en la última enseñanza en relación a los nudos. Ya esto que vos mencionas, de este goce parasitario por un lado, del uno, y otra satisfacción, otro goce que está en juego.

Fernando Vitale – La primera noción de síntoma nos hacía pensar, porque así lo hacía Lacan con Freud, que el síntoma se debe al fracaso de la operación de la castración. Te diría, el paradigma inicial es el de la fobia. Hay fobia porque no hubo Nombre del Padre. Aunque, después, eso se puede revisar. Había síntoma porque no había operación, entonces el sujeto avanzaba en su operación de la castración y eso iba a ser lo que mejoraba. ¿Se puede entender bajo esa lógica que la neurosis obsesiva se debe a un efecto de la operación de la castración? ¿La histeria es efecto de la operación de castración? ¿Pensamos una normalidad detrás de eso? Entonces, hay que ver si, justamente, el síntoma, al final, se demuestra incurable, porque nunca fue debido a un defecto de la castración. Entonces, el anudamiento, el síntoma, la transferencia, hay que ver cómo repensarlo desde esa última perspectiva. Pero, si uno piensa, y ese es el problema, de que la efectividad de la práctica está en relación a la castración, entonces, uno piensa que los síntomas son un resto sintomático rebelde a la interpretación de la castración. Pero, ¿será eso el síntoma? ¿O la última idea de Lacan es que pone a revisar la noción de síntoma? En la psicosis y en Joyce como suplencia no se puede entender en esa perspectiva, sino que es lo que sostiene a un sujeto el síntoma. Esa es la inversión de la idea del síntoma en cualquier perspectiva médica. Si no, eso mismo es lo que al sujeto lo anuda. Pero, inclusive en ese punto, a veces se confunde: “el acontecimiento del cuerpo es cuando a Joyce se le cayó el cuerpo”. ¿Es esa la noción de cuerpo de Joyce, a lo que Lacan llama el síntoma? ¿O el acontecimiento del cuerpo es cómo Joyce reanudó su imaginario a partir de su encuentro con esto que llama el ser artista? Es también una cuestión que queda siempre en una enorme equivocidad. Si el síntoma queda siempre del lado de uno solo, nos queda del lado de lo que permite más bien un tratamiento de ese uno solo parasitario. Son preguntas, pero son fundamentales, porque pone en cuestión cómo pensar la práctica como tal.

Entonces, creo que todas esas preguntas van circunscribiendo un problema que hay que seguir, como decía al principio, sin que las categorías nos impidan seguir pensando las consecuencias y la relación con el mundo que hacemos a partir de eso. Porque revisar la noción del síntoma sin dudas cambia la relación de uno con el mundo. Una de ellas es sacarse de la cabeza la noción de normalidad, cosa que no es tan sencilla de hacer.

Intervención – Una pregunta. Pensando en esta idea del arreglo, ¿qué nos podrías decir? Porque cuando uno ya no lo piensa en términos de normalidad, psicosis, neurosis, sino de qué modo encontró el sujeto de arreglárselas, me parece que a lo mejor se vence por este camino cierto orden de dificultades.

Fernando Vitale –Totalmente. Pasa que “arreglo” es como una versión light. No nos animamos a decir síntoma porque  para que sea síntoma tiene que ser un escritor genio que revolucionó la cuestión, no tenemos muchos casos. Pero, ¿ustedes piensan que Lacan transmite esa noción de síntoma solo para dar cuenta de alguien tan especial como Joyce, que encima tampoco tuvo un análisis? Dice que tuvo lo mejor que podía haber tenido. Arreglos es una versión light, pero adonde apunta es a ver cómo el sujeto consigue algo que permita anudar los tres registros. El punto fundamental es cómo encuentra un saber hacer respecto a ese goce fálico, traumático del trauma de la lengua. Cómo se las arregla con eso, que es el verdadero tema de fondo siempre, para cualquiera. En eso, todos locos.

Intervención – En el Seminario 22 dice eso del síntoma, y del caso Juanito de la fobia. Lo que hace es soportar el cuerpo, donde puede estar tranquilo.

Fernando Vitale– Absolutamente. Si uno parte de la noción de síntoma, la idea de la fobia como síntoma es un invento sensacional, porque lo logra con ese invento… Y ojo con ese tema, porque Freud decía, y Lacan lo sigue, que la fobia es como el síntoma básico desde el cual se puede entender lo demás. Si  pensamos desde la esta nueva perspectiva del síntoma a la fobia, es un punto de partida del cual el sujeto va desplegando, después, una idea del síntoma no como estático, sino que se despliega. Por eso es fundamental cuando se trabaja en el autismo, y demás cuestiones, que el síntoma no es el efecto de una revelación, como se puede pensar el efecto del atravesamiento del fantasma. El síntoma es una vida. Y por eso, inclusive, en el Seminario 23, (30) en uno de los capítulos cambia la idea de responsabilidad. Dice “uno es sólo responsable de su saber hacer”. Es una diferencia que habría que trabajarla, pero fíjense que es interesante para pensar. Inclusive, la idea de responsabilidad, cómo hacer responsable a un sujeto de su saber-hacer, de su síntoma, su invención, cómo llevarlo a que se haga cargo de su propia invención sintomática. Alentarlo, hacerlo responsable a eso, es lo contrario a asimilar responsabilidad al Nombre del Padre, que era la situación de riesgo que decíamos inicial, a confrontar a un sujeto y que no cuente con el Nombre del Padre, es la coyuntura del riesgo del desencadenamiento. También, inclusive, la idea de responsabilidad, tiene una nueva lectura desde esa nueva noción que aparece en el final. De acuerdo con lo de la fobia.

María Marciani– Interesante esto del arreglo que trajiste, porque esta una versión light, como decíamos, para pensar que dice Lacan en el Seminario 24 (31) da el ejemplo de su seminario como un síntoma, en relación al tiempo. Algo que él dicta durante un montón de años. Es una verificación posterior. No es algo que cualquier arreglo es el síntoma. Si bien es del saber hacer, que se tiene que verificar cada vez ahí, hay situaciones que no van al punto. El punto del síntoma no va al lugar con todo arreglo. Se verifica con el tiempo si es sintomático.

Fernando Vitale – Es más, en eso, la cuestión no es sólo de secretario. Porque un sujeto, se puede verificar, encuentra versiones que siguen estando ancladas a ciertos ideales, aunque no sea neurótico, de normalización. Los intentos de normalización son los que más alejan al sujeto de alejarse de su posible arreglo más inventivo. Esa es una de las cuestiones más eficaces que tiene el encuentro con un analista, con el partenaire analista, que es alejarse de esas exigencias de normalización que suelen ser las que van totalmente en contra de la perspectiva del invento sintomático. Eso se ve más en los casos más extremos, pero vale también para todos los casos. Quizás, donde más está verificado eso entre nosotros como transmisión, es en el autismo, por ejemplo. Las orientaciones que van en contra del objeto autístico, y hay que tratar de forzarlo, separarse de esas cuestiones patológicas, contra las posturas que toman eso como punto de partida para un despliegue que permita al sujeto una ampliación de sus recursos. Pero eso no vale solamente para los casos extremos.

Intervención – Me pareció entender, en todo tu recorrido, desde el inicio, de que vos dabas la idea de terminando este “partir de uno solo”, que hay otro partenaire. Vos lo nombraste, pero podrías dar un adelanto…

Fernando Vitale – El otro partenaire es esa otredad que está en juego en la transferencia, en la operación analítica. En la operación analítica la interpretación funciona, según Lacan en esa última referencia, en ese texto, lo que llama el efecto de sentido real. La operación de interpretación siempre se efectúa en ese sentido. No hay manera de que una interpretación no tenga un efecto de sentido. Ahora, cuando se dice efecto de sentido real, no se está hablando de un efecto de sentido que abra al desciframiento y al despliegue, sino un efecto de sentido que ponga un tope. Pero si es un efecto de sentido real, ¿qué real es ése? ¿Es el real del uno, o es un real que remite a una resonancia en un efecto en el cuerpo que al sujeto le produce un efecto de ir contra, a la manera de vaciamiento, de lo que es ese goce parasitario, insoportable, con el que hay que lidiar? Pero, esos efectos de sentido real se pueden pensar en casos que no son neuróticos.

Una vez escribí un texto que me pareció divertido para eso, que se llama “La invención real del inconsciente transferencial”. Porque decía que si solo pensamos que es real el goce parasitario del uno, ¿no hay ningún otro real en la transferencia? ¿Es solo un semblante el partenaire, es acaso ilusorio el del amor de transferencia? ¿O hay algo más que eso solo?

Intervención – Está la Lacaniana 29 por salir (32)

Intervención – Me quedo pensando en esta pregunta, ¿qué partenaire para ese uno solo? Y la conclusión a la que llegas. Pero, lo pensaba por el lado de cuando Lacan dice que “un sufrimiento es un decir que no alcanzó a ser dicho”, o que no entra en los dichos. Entonces, me pregunto si ese partenaire desde el comienzo, no es un partenaire que promueve que se diga ese decir que está como retenido, y que implica ese sufrimiento en el cuerpo.

Fernando Vitale – Esa es la oración que sería perfectamente compatible con releer muy a la letra el inicio del texto que se llama “L’etourdit”. Pero ese “que se diga” es una referencia que no sólo toca la clásica distinción entre sujeto del enunciado y sujeto de la enunciación, sino que eso alude a una relación al cuerpo. Hay que ver cómo revisar, pero son nociones que por algo Lacan las utiliza. Hay otra, cuando dice que “el amor es un decir que hace acontecimiento”. Es otra referencia de Lacan, para pensar la noción de un decir que hace acontecimiento. Hay que ver si la entrada en análisis no es un decir que hace acontecimiento. Es una manera de pensarlo.

Intervención – En “L’etourdit”, al final, hay que buscar una castración en el sujeto con respecto al objeto a.

Fernando Vitale – Sí, toda esa cuestión, por supuesto que está ahí. Igual, no se olviden que “L’etourdit” está al borde de la entrada de lo que es la idea de los nudos. La topología está en juego en “L’etourdit”, pero igualmente, no es que eso sea contradictorio. No es dejar caer nada, pero sigue siendo pensado, más estrictamente, en el campo de la neurosis. Totalmente pertinente, pero ese tipo de cuestiones se nos complican cuando las queremos pensar en el campo de los no abonados. La idea del fantasma, la separación del objeto, en ese sentido se nos empieza a hacer agua con esas nociones para pensarlo. Pero, quizás hay maneras de retomar el mismo problema, desde otros puntos de referencia.

Intervención – ¿Y la noción de Sinthome? Me hace pensar en esto del arreglo, el fantasma, el síntoma. Me surge esa noción.

Fernando Vitale – El Sinthome, justamente, el problema es cómo pensar ese cambio de escritura que va mucho más allá de ese cambio de escritura. Es un cambio de noción, de cómo pensar esa noción, que en eso no sigue la elucubración freudiana. Lacan dice que se encontró con algo que “lleva al segundo grado la elucubración freudiana que, efectivamente, quedó anclada a la noción de inconsciente”. Dice una cosa muy divertida, “así como le pasó a Freud, a mí, en vez de encontrarme con el Monte Nebo –hace un equívoco entre nebo y nudo– el monte que yo me encontré, con un real nuevo, es esta escritura” (33) Esa escritura que es el nudo borromeo, que tiene muchísimas consecuencias, no solamente en estas elaboraciones que hacemos, de clínica, sino también en términos de un alejamiento más claro de pensar el psicoanálisis en relación a la ciencia. Y eso también tiene una serie de cuestiones a seguir pensando, trabajando, que no están de ninguna manera agotadas. Esto es un filón enorme para seguir trabajando.

Recuerdo la conferencia que dio Éric Laurent, en la diplomatura, dice trabajar con la perspectiva del futuro. Toda esa perspectiva que se arma tiene toda una proyección a pensar en relación a seguir avanzando en la clínica.

María Marciani– Por eso tomamos como referencia, para el curso de este año, una pregunta que me impactó cómo Lacan la hace en el Seminario 24 (34) Sigue preguntándose cómo puede ser que esta práctica, a veces, siga siendo eficaz. Tenemos que interrogarnos cómo es eso, qué pasó, qué hizo que se produzca cierta eficacia

Fernando Vitale – ¿Será por sugestión? Pero, ¿qué es sugestión ahí? Todas esas equivocidades de Lacan que generan estas cuestiones.

Intervención – Fernando, ¿podría decir algo más respecto al protesto como escamoteo de lo simbólico?

Fernando Vitale – Esa, me parece que es una referencia crucial. Te doy un dato. Creo que hay una referencia donde Miller trabaja con lo que en Freud era la noción de conflicto. Uuna vez encontré una referencia fundamental, que está al final del Historial del Hombre de los Lobos. Freud mismo plantea que se encuentra con lo siguiente: “hay ciertos esquemas predeterminados, se transmiten de manera filogenética, que el sujeto tiene que atravesar. Hay que pensarlo como una especie de saber”. Cuando en la realidad el sujeto no pasó por experiencias que tiene que pasar en términos de ese proceso, se produce un conflicto, y lo que queda como pendiente es cómo el sujeto sigue teniendo que elaborar esa deuda simbólica –Freud no lo llama deuda simbólica, pero es exactamente eso–, si el sujeto no aceptó la castración en alguna escena, el síntoma le va a hacer un protesto. Y así es cómo lee el síntoma Lacan en la primera enseñanza.

Intervención – Pero no se lo podría pensar como una cuestión de desestimación. Es distinto.

Fernando Vitale – Es un término contable, pero el protesto quiere decir que algo le reclama al sujeto, le hace ver que hay una cosa pendiente ahí, y eso es la represión. No hay que olvidarse que se reprime una fantasía que para el sujeto podría ser placentera, nunca fue esa la idea. El problema es que eso iba acompañado por la referencia a una transacción con una falta que el sujeto, si no atravesaba, el síntoma se lo marcaba de alguna manera. Eso era la lectura del síntoma de Lacan de entrada, lo lee así. Por eso dice que si el sujeto no está anudado a esa referencia en la psicosis, no se puede pensar el tratamiento posible. Porque ahí no hay posibilidad de trabajar en esa dirección. Si esa es la única dirección que se piensa para la clínica, no hay tratamiento posible. Los sujetos andarán mejor, pero no se puede pensar como tratamiento posible. Ahora, el tema es, cómo separándose de esa lectura, es que puede haber otra chance de revisar las nociones de esta perspectiva última que les decía. Ese es el proyecto de trabajo conjunto para avanzar.

 

Citas

1-https://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=la_escuela&SubSec=Asamblea-y-Congreso&File=Asamblea-y-Congreso-Ordinario-de-la-EOL/031/palabras-del-director-saliente-fernando-vitale.html

2-https://cuatromasunoeol.com/edicion/004.cartel-pase.fernando-vitale

3- Lacan, J. «Situación del psicoanálisis en 1956», Escritos 1. Bs. As., Siglo veintiuno, 1985, p. 468.

4-  Lacan, J. Seminario, libro 3. Las Psicosis, Bs.As., Paidos, 1981, p. 107.

5-https://www.revistavirtualia.com/articulos/818/destacado/disrupcion-del-goce-en-las-locuras-bajo-transferencia

6- Miller, J.A y otros, Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Bs.As. 2005, Paidós

7- Miller, J.A y otros, La psicosis ordinaria, Bs.As. 2005, Paidós

8- Miller, J.A, Efecto retorno sobre la Psicosis ordinaria, https://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/015/template.php?file=arts/Alcances/Efecto-retorno-sobre-la-psicosis-ordinaria.html

9- Miller, J.A, Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, Bs.As. Grama, 2022, p. 20

10- ibid,  p.21

11- Laurent, E. Cómo se enseña la clínica, Cuaderno del instituto clínico Buenos Aires N 13, p.81

12- Lacan, J. Seminario Libro 3, Las Psicosis, Bs.As. Paidós, p. 11

13- Lacan, J. Escritos 2, Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis, Bs.As, Siglo veintiuno, 1985, p.564

14- Lacan, J. Escritos 1, Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis, Bs.As. Siglo veintiuno, 1985, p. 291

15- ibid, p. 270

16- Lacan, J. Seminario Libro 3, Las Psicosis, Bs.As. Paidós. p. 24

17- Lacan, J. Intervención sobre la transferencia. Escritos 1, Bs.As. Siglo veintiuno, p.210

18- Lacan, J. Televisión, Otros Escritos, Bs.As. Paidós. p.556

19 – Lacan, J. Proposición del 9 de octubre del analista de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela, Otros Escritos, Bs.As. Paidós, p. 265

20- Lacan, J. Seminario, Libro 8, La transferencia, Bs.As. Paidós. p.11

21- Lacan, J. Seminario, Libro 20, Aún, Bs.As. Paidós, p.25

22- Miller, J.A. No la encuentro.

23- Lacan, J. Seminario. Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales, Bs.As. Paidós, p.21

24- Lacan, J. Seminario, Libro 10, La angustia, Bs.As, Paidós, p.161

25- Lacan, J. Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales, Bs.As. Paidós, p. 284

26- Lacan, J. Seminario, Libro 24, clase 15 de marzo 1977.Revista Lacaniana N° 25, p.15

27- Lacan, J. Seminario, Libro 20, Aún,  Bs.As. Paidós, p,82

28- Lacan, J. https://elp.org.es/consideraciones-sobre-la-histeria-jacques/

30- Lacan, J. Seminario, Libro 23, El Sinthome, Bs.As. Paidós, p. 59

31- Lacan, J. Seminario, Libro 24, Lección del 16 de noviembre de 1976, Revista Lacaniana N° 29, p.10

32- Vitale, F. La dimensión real del inconsciente transferencial, Revista Lacaniana N° 29, p.46